El ingeniero Carlos Faverio (43) estaba viviendo en España, mientras cursaba una maestría en Ingeniería del Terreno en la Universidad Politécnica de Cataluña, pero volvió a la Argentina en febrero pasado, para visitar su familia y terminar su tesis. En 2016, ya había hecho otra maestría en Italia, en esa ocasión orientada en Túneles, y terminó trabajando en Barcelona, ciudad en la que reside.Desde su llegada a la Argentina, se instaló en la casa de sus padres, en Martínez, donde disfrutaba de haberse reencontrado también con su hermana, su cuñado y sus sobrinos, mientras planificaba su futuro laboral en Europa y analizaba nuevas propuestas, tanto en España como en Inglaterra y Francia.
Pero la tranquilidad de estos meses en familia se evaporó el 18 de mayo pasado, cuando salió de su cuarto y se encontró con tres delincuentes en el descanso de la escalera. Sus padres estaban en la casa y temió que los lastimaran.
“Me arrastraron por la escalera, me tiraron al piso y me ataron. Les dije que mis padres tienen problemas de salud y me dejaron encerrado en el garage con uno de ellos. Le pedí que me dejara poner de pie y me puse a pelear por el arma”, le contó Carlos Faverio a Infobae.
A pesar de que el ingeniero civil tenía sus manos atadas, forcejeó con el delincuente, quien logró girar el arma y le pegó un tiro en el pecho. “Por la adrenalina del momento no sentí nada, pero logré salir al jardín y que me escuchara una vecina. Los dos ladrones que estaban con mis padres oyeron que ella iba a llamar al 911, así que robaron lo que tenían a mano, me pasaron por arriba en el jardín y se fueron. Por suerte, no me remataron en el piso”, expresó.
Gravemente herido, su padre lo subió al auto y lo llevó al Hospital Central de San Isidro, donde fue operado de urgencia y le salvaron la vida. Mientras tanto, la investigación sigue su curso y los delincuentes aún no fueron detenidos.
“Tengo un orificio de entrada y salida, pero también, me sacaron un pedazo de bala -u otra bala, no lo sé- que estaba por debajo del pulmón, del lado del corazón y cerca de las vértebras. Tenía una perforación en el hígado y dos en el diafragma”, precisó.
Carlos tiene mucha suerte de estar con vida, ya que la bala le pasó a escasos milímetros del corazón. Hoy, se encuentra recuperándose en la casa de sus padres y aún sigue muy dolorido, pero no solo físicamente: le duele la situación que atraviesa la Argentina.
En Barcelona, se enteró de la excarcelación de los presos que se dispuso por la situación del COVID-19 y, a partir de ese momento, le pidió a sus padres que no le contaran nada más de lo que pasaba en la Argentina.
“Me dio una rabia terrible. No lo podía entender... Sentí que a todos nos dieron una bofetada. Está bien que hablen de unidad, pero no promueven que la sociedad se respete a sí misma. ¿Qué le puede pasar por la cabeza a una persona que ve que en su país liberan a los presos, mientras ella trabaja, paga todos los impuestos, lleva a los hijos al colegio -si es que hay clases, porque también te niegan la educación- cuida de sus padres, de su familia... Las prioridades están distorsionadas y parece que fuera a propósito”, expresó.
“
No se entiende que hayan liberado a los presos, no lo hicieron en ningún otro país del mundo. Es indignante. Ya tengo un recuerdo en mi cuerpo de la gestión de (la ministra de Seguridad de la Nación Sabina)
Frederic: son mis cicatrices, así que su gestión me la voy a acordar siempre”, agregó.
“Si liberan a los presos, nos ponen en la situación de rehenes. Fue un error catastrófico. No veo que el Estado nos cuide, como dice este Gobierno. Llega la noche y te tenés que meter en tu casa, especialmente en el Conurbano pero también -en menor medida- en algunas zonas de la Capital”, aseguró.
Los primeros días después de la internación, Carlos siguió con atención el caso del policía Luis Chocobar, que recibió una condena de de 2 años y medio en suspenso, por haberle disparado a un adolescente de 17 años que venía de robar y le dio 17 puñaladas al turista estadounidense, Frank Joe Wolek.
“No se entiende. Es un policía que estaba viendo cómo acuchillaban 17 veces a un extranjero y no le quedaba otra porque, ¿cómo parás a una persona que está totalmente desquiciada? ¿Cómo detenés a una persona en ese estado de locura por matar? Me parece una vergüenza, porque la Policía está para protegernos”, aseguró.
El ingeniero grabó un video, que se ocupó de difundir en las redes sociales, para expresar su agradecimiento al personal de salud que le salvó la vida en el Hospital Central de San Isidro y a todas aquellas personas que se preocuparon por su situación. Al final de la grabación, dice. “Les pido a todos que en estos momentos, más que nunca... ahora... precisamente ahora, con este Gobierno, nos cuidemos más que nunca de la inseguridad”.
“No dejan ni que te cuide la Policía y no entiendo en qué prioridad del Gobierno están los derechos del ciudadano común, el que no delinque. Mis amigos de otros países se enteraron de lo que me pasó y no lo podían creer. Es inexplicable para ellos. Desde que volví por segunda vez al país, veo que todas la prioridades están cambiadas y que hay un maltrato hacia los ciudadanos, que somos los que pagamos los impuestos”, dijo.
“Me preparé profesionalmente como ingeniero civil, así que ojalá pudiera usar acá todo lo que aprendí y poner el hombro. Yo ya lo puse, porque estuve trabajando más de 10 años, pero no cuentan con nosotros. No. Cuentan con gente no preparada, que se preocupa por decir todos y todas... El país no está para esto, sino que está para construirlo, porque hay un montón de cosas para hacer en la Argentina”, afirmó.
Carlos se recibió de ingeniero en el país y se perfeccionó en Europa, pero trabajó duro para poder costearse sus estudios afuera, porque conoce lo importante que es la educación en el futuro de una persona y le preocupa que, tanto niños como jóvenes, no puedan seguir estudiando por la pandemia.
“Es terrible que no haya educación, aún más en el caso de los chicos con menos recursos, que son quienes más la necesitan y quienes requieren más contención. Eso va a hacer que el país termine en una decadencia impensable. La educación es una herramienta de subsistencia, pero el Estado no te la da y no le importa. Por otro lado, veo que se preocupan por la justicia de los políticos y no por la de los ciudadanos”, destacó. “La solución rápida es irse del país, pero hay que ocuparse de la educación y de la contención social de quienes lo necesitan”.
El ingeniero dice que es importante que la gente tome conciencia de la situación actual del país, que se respeten los derechos sociales y que se revea la política de seguridad.
“Cansa ver la televisión, pero me parece muy bien que los periodistas repitan lo que está mal, para que la gente lo entienda de una vez y vea que somos rehenes. Por un lado, los políticos dicen que respetan los derechos sociales de todos pero, a la hora de tener una política de seguridad que verdaderamente nos cuide, no la tenemos. Tampoco sirven los subsidios, porque a la gente hay que enseñarle a trabajar. Vivimos muchos años de gobiernos populistas y ya está: está bien aprendido y no se puede seguir así”, dijo.
Carlos dice que aún le quedan 90 días de recuperación y que, como se enteraron del grave episodio de inseguridad del que fue víctima, le prorrogaron la fecha de entrega de la tesis del máster que cursa en la Universidad Politécnica de Cataluña. Sin embargo y a pesar de que lamenta estar lejos de su familia, ya decidió que regresa a Europa de manera definitiva: solo piensa volver de visita.
“Apenas pueda viajar, me vuelvo a vivir afuera. Acá me siento raro. Ya no siento lo mismo de antes y, ni siquiera, me interesa recorrer Buenos Aires por nostalgia. Siento que es algo que se terminó. En Europa, abrís los ojos y no podés entender cómo la Argentina está así. Te da lástima, porque históricamente fue un gran país y ahora es una pesadilla inentendible”, manifestó.
“Sueltan a los presos y no dejan que te cuide la Policía. La verdad que es un nivel de maltrato psicológico pleno. Entiendo que hay gente que se va a vivir a barrios cerrados, porque tenés que encerrarte. Entonces, en vez de ser una sociedad integrada, te liberan a los presos, hacen que los policías no te cuiden y listo. Así, es como se llega a la desintegración social total”, agregó.
Finalmente, el ingeniero lamentó que las nuevas generaciones que hoy están terminando una carrera, o que ya poseen su título, vean como única salida el aeropuerto de Ezeiza, tengan que vivir el desarraigo y crecer lejos de su familia.
“Llegué sabiendo que las cosas estaban mal, pero tenía la alegría de ver a mi familia. Ahora, me voy con la sensación de que no voy a volver nunca más. Tengo a mi familia, así que vendré a visitarla, pero nada más. Te roban tu vida acá. Si en algún momento me imaginé volviendo a vivir en la Argentina, ya está: eso también me lo robaron. Siento una frustración inmensa, una decepción enorme. Venía a disfrutar de mi familia y solo recibo llamados para ver cómo sigo evolucionando. La temática ya es otra, porque todo gira en función de lo que me pasó”, indicó
“Hay gente que ahora está estudiando y le roban la vida con su familia, porque tienen que irse. A sus padres los privan de sus hijos, porque tienen que emigrar y no es lo mismo tenerlos a la distancia, aunque puedas hacer videollamadas. Es un robo a la manera en la que vivíamos los argentinos. La corrupción nos terminó robando la vida... Te roban hasta las ganas de quedarte en el país”, finalizó,
(Por Soledad Blardone / INFOBAE)