A diferencia de otras provincias, Buenos Aires resulta un terreno de disputas nacionales que desconocen sus liderazgos y representaciones locales. ¿Aceptarían los ciudadanos de cualquier provincia del país que el centralismo porteño decidiera sus candidatos para representarla?
Pareciera que es preciso importar dirigentes de otros distritos como si no existieran bonaerenses con suficiente trayectoria política, idoneidad y conocimiento de su realidad para representar a sus coterráneos.
Los últimos cuatro gobernadores provienen de la Ciudad de Buenos Aires y esto se repite en la conformación de las listas parlamentarias como en gran parte de los funcionarios que compusieron y componen los gabinetes del gobierno provincial.
Esa clase de dirigencia “puesta a dedo“ sin pertenencia ni cariño por un lugar que no les es propio lleva hace años cuesta abajo el destino de esta provincia cuyo futuro debería ser más pujante en virtud a su geografía, fuerzas productivas y recursos humanos.
Buenos Aires por sus dimensiones y realidades diversas es inviable, tal como está planteada. Terreno de disputas nacionales, con una concepción centralista donde su conurbano resulta un ejemplo claro del fracaso de tal enfoque. En los 24 partidos que lo componen residen casi 11 millones de personas, lo que representa el 25% de la población del país y el 64% de la población de la provincia, con sus consecuencias de marginalidad e inseguridad.
Una provincia con dirigentes prestados que han provocado una discriminación permanente en el reparto de recursos con subrepresentación en el Congreso Nacional.
Como contracara de esta realidad, desde la UCR bonaerense nos hemos convocado dirigentes de distintas regiones de la provincia con experiencia de gestión, conocimiento de terreno y genuina representatividad para colaborar a poner en marcha a Buenos Aires, convencidos de que el Radicalismo, por ser uno de los dos grandes partidos nacionales, debe necesariamente ser protagonista de la oposición desde la coalición que integramos.
Es momento de terminar con las dirigencias testimoniales tanto a nivel provincial como al interior de nuestro Partido. No podemos seguir bajo una conducción sin experiencia de gobierno ni estrategias políticas más que para acumular cargos para los suyos con una actitud de servilismo impropia para un Partido nacional con semejante influencia en la vida de los argentinos.
Hasta 2019, el radicalismo de Buenos Aires se dedicó a hacer seguidismo y eso fracasó. Es momento de asumir el rol que le corresponde y comenzar a ser socios plenos de esta coalición, asumiendo el liderazgo que le corresponde para comenzar a transitar una nueva senda, iniciando un nuevo diálogo con el otro gran partido nacional, cada uno con sus respectivos aliados, para desarrollar mecanismos de regionalzación, descentralización de competencias y recursos en un marco de efectivas autonomías municipales siendo sólo dos las provincias que no las aplicaron tal como lo planteara la Constitución de 1994.
Es momento de poner en agenda las dificultades de una provincia muy diversa, con falta de identidad, sentido de pertenencia (el cual se da sólo a nivel municipal) y de cohesión social. Debe ser reestructurada desde sus bases comenzando desde un territorio con multiplicidad de miradas locales a fin de poner de pie a esta gran provincia tal como puede y debe ser.
Buenos Aires precisa ser representada por sus propios ciudadanos con experiencia y amor por su lugar.
Por Gustavo Posse es intendente de San Isidro.
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