La idea de romper con la rutina y transformarse en nómade recorriendo el mundo pasa por la cabeza de la mayoría de los seres humanos en algún momento de su vida. Julián Münch (26) y Jesica Beninca (25), vecinos de Boulogne, lo venían planeando desde su adolescencia, pero el nacimiento de su hija Luna fue el puntapié inicial para comenzar el viaje por América.
Hace siete años, mientras cursaban el Profesorado de Educación Física, se enamoraron e iniciaron una relación. Ambos se dieron cuenta de que hasta ese entonces habían llevado una filosofía de vida similar, en la que los viajes cumplían un rol fundamental.
“Cuando era chico fui boy scout y siempre me gustó la movida de viajar -explica Julián-. Cuando terminé la secundaria empecé a ‘mochilear’ por el país, y después Jesi se sumó”. “Nos íbamos un mes y medio, pero teníamos que volver a la facultad y a buscar trabajo”, agrega ella.
Ante la tristeza que les provocaba año a año retornar a la vorágine de la ciudad, en 2017 se mudaron a San Martín de los Andes. “Necesitábamos salir de Buenos Aires -dice Jesica-. Sabíamos que no era el lugar que queríamos para vivir”.
Luego de cuatro meses en el Sur, se enteraron de que iban a ser padres de una pequeña a la que llamaron Luna. El peso de tener a las familias a miles de kilómetros de distancia comenzó a desequilibrar la balanza y decidieron volver a zona Norte. “Aunque sabíamos que era temporal, por el embarazo -añade Jesica-. Seguiríamos buscando otro lugar donde instalarnos”.
Cuando Luna cumplió un mes participaron de un campamento de los Zapp, una familia compuesta por un matrimonio y cuatro hijos que está viajando de país en país hace más de 18 años. “Vimos cómo vivían y compartían el viaje con sus hijos, y nos empezamos a imaginar la idea de hacer un viaje de Ushuaia a Alaska”, cuentan.
Dos meses después, el agobio de pasar más de diez horas fuera de casa trabajando y ver poco a Luna se convirtió en el motivo para armar el itinerario y lanzarse al mundo. “La idea consistió principalmente en pasar más tiempo juntos y dedicarnos plenamente a la crianza de nuestra hija en un lugar donde nos sintamos más cómodos”, afirma Julián.
En septiembre de 2018 vendieron algunas de sus pertenencias, ahorraron y compraron una camioneta, que durante cuatro meses tuvieron guardada y sin tocar. El primer día del 2019 pusieron manos a la obra para equiparla con aislantes, cama, horno, garrafa, toldo y un tanque de agua para salir primero a desandar las rutas del país.
El 23 de enero se despidieron de sus seres queridos y, con algunas dudas y miedos por irse con una bebé, le dieron arranque a “Por donde salga el Sol”, el proyecto familiar para conocer todo el continente sin fecha de regreso. “Al principio da miedo viajar con una bebé de un año y medio -expresa Jesica-. Las opiniones ajenas, el tema de los controles médicos y las vacunas te preocupan. Pero después la ves tan feliz, libre y sociable que vale la pena”.
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