Queridos hermanos y hermanas:
El Adviento nos invita a volver a pensar en la encarnación del Hijo de Dios, ese proceso por el cual Dios se hace uno de nosotros y camina nuestra historia. Estamos también viviendo el tiempo de post asamblea e intentando ver la continuidad de lo trabajado en ese proceso, según lo que dijimos en la carta de octubre de este año: “¿Va a pasar algo después de la Asamblea?”
Las seis orientaciones pastorales, que surgieron del trabajo que culminó en la Asamblea, nos invitan a realizar acciones concretas. Es importante que antes de lanzarnos a la acción, veamos cómo queremos que sea nuestro estilo evangelizador, que inspirados por el sueño de Francisco, hicimos nuestro: “una opción misionera capaz de transformarlo todo”. (EG27) 1
Las orientaciones son “el qué” (nuestros objetivos), lo que buscamos transmitir. Ese mensaje queremos comunicarlo al estilo de Jesús, porque “en la tarea pastoral ordinaria la gran conversión pastoral pasa por el modo de relacionarse con los demás. Es un tema relacional, importa el vínculo que se crea, que permite transmitir «actitudes» evangélicas. Como Jesús...”
(CMC 15)2.
Cuando leemos el Evangelio, vemos que en el mensaje de Jesús es tan importante lo que dice, como el modo en el que lo dice. “La conversión pastoral se expresa en la firme intención de asumir el estilo evangélico de Jesucristo en todo lo que hacemos. Estilo que exige, del evangelizador, la acogida cordial, la disponibilidad, la pobreza, la bondad y la atención a las necesidades de los demás (cfr. Mt 10, 5-10)” (CMC 14). “Aquí importa en primer lugar lo que es previo a cualquier programa o acción. Antes de la organización de tareas, importa “el cómo” las voy a hacer, el modo, la actitud, el estilo. Así entonces las tareas son herramientas de un estilo comunional, cordial, discipular, que transmite lo fundamental: la bondad de Dios.”
(CMC 17)
Este estilo evangelizador de Jesús sigue la dinámica del amor. Cuando amamos a una persona, nos involucramos con ella, nos interesamos en lo que piensa, siente, le gusta, quiere; vamos en esa dirección. Se trata de un círculo luminoso, porque el amor nos lleva a conocer aún más a esa persona y poder acompañarla y servirla mejor. Cuando amamos a alguien queremos darle lo mejor que tenemos. Para nosotros, los discípulos misioneros, lo mejor es Jesús y su evangelio. Todo este proceso, además, da una enorme felicidad a quien ama y a quien es amado.
Así es el estilo misionero de Jesús.
En cada encuentro Jesús dialoga y pregunta. Aunque Él conoce bien lo que hay en el corazón de las personas, nunca supone ni impone; pregunta. “¿Qué quieres que haga por ti?” (Mc. 10, 51), Él siempre tiene una actitud de escucha. Lo que cada uno de nosotros vive y siente, a Jesús le importa y quiere escucharlo. Nosotros, como Jesús, también queremos escuchar.
Los invitamos en este Adviento, a hacer un gesto en clave de escucha para entrar en contacto con las personas y sus realidades, conscientes del hecho de que la misión es relación y de que no podemos amar ni evangelizar lo que desconocemos. Si no tomamos contacto profundo con las necesidades y los sueños de las personas no haremos efectiva nuestra evangelización.
Por esto, la clave del gesto que proponemos será la escucha. Queremos trabajar durante este Adviento en una conversión personal, comunitaria y pastoral, que nos lleve a adquirir este estilo evangelizador y prepare nuestro corazón para la Navidad.
Concretamente proponemos un gesto que consiste en salir a preguntar a algún público (estación de tren, esquina importante, plaza, etc.) lo siguiente: “¿Cómo podés vos hacer posible la paz?”
La pregunta puede tener lugar en el marco del gesto misionero que cada comunidad o decanato elija para este Adviento, en los pesebres vivientes, en encuentros navideños o como un gesto aparte.
Esta pregunta tiene que ver con la Navidad, fiesta de la paz y de la fraternidad universal en un momento de la Argentina en el que parece reinar la división y una dura confrontación entre nosotros.
La idea es que cada comunidad busque creativamente la forma de recoger y compartir en
comunidad las respuestas para poder ser interpelados por las mismas. Podemos prestar atención a las respuestas que se repiten, qué palabras se utilizan, cuáles son las reacciones de las personas, etc.
Que esta próxima Navidad nos encuentre abiertos, abiertas, pobres y disponibles para escuchar y aprender de nuestros hermanos y hermanas, especialmente de aquellos que son “invisibles” para la sociedad. María, mujer de la escucha y la apertura cordial nos enseñe a esperar a Jesús en este Adviento,
Una bendición fraterna, sus obispos,
Oscar, Martín y Guillermo.
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