Su mundial no lo juega con la camiseta: va con delantal blanco. Violeta Sampedro tiene 16 años, vive en Villa Adelina y es la campeona en Biología que se prepara para representar al país en Irán, del 15 al 22 de julio.
La joven sanisidrense va a la Escuela Municipal Paula Albarracín de Sarmiento, en Olivos. Está en quinto año de la secundaria, pero fue en segundo cuando descubrió las Olimpiadas de Biología y esa especie de juego-competencia de conocimiento se convirtió en su pasión.
“Me enteré de casualidad, un profesor mencionó algo al pasar y yo le pregunté de qué se trataba. Me dijo que había un grupo de chicos que querían aplicar para ir al intercolegial. Yo me puse a estudiar mucho, nunca me había esforzado tanto en mi vida. Era la única de segundo año, todos iban de tercero, pero quedé con el puntaje mas alto del colegio”, recuerda.
“El equipo del Paula Albarracín era de tres personas. Fuimos al intercolegial y después pasamos a la etapa nacional que se hizo en la Universidad de Río Cuarto, en Córdoba. Ahí ganamos la medalla de oro de Primer nivel, que es en el que compiten los estudiantes de los primeros años de la secundaria”, agrega.
El éxito se repitió al año siguiente, y en cuarto año pudo competir en el Segundo nivel que tiene una diferencia fundamental: los mejores en esta categoría se clasifican para participar de certámenes internacionales.
“La diferencia entre las Olimpiadas de Primer y Segundo nivel no es solamente la edad de los participantes sino también la complejidad. El segundo nivel es mucho más difícil, tiene el doble de contenidos. Yo no me quería quedar afuera y le insistí al colegio para que abrieran una preparación para este nivel, porque antes no se hacía”, explica Violeta.
Luego de mucha dedicación, su equipo quedó en la undécima posición de la instancia nacional. Con una decena de colegios arriba, podría haber sido el final del camino hacia la competencia mundial. Pero la ayudó haber estado en cuarto año y no en el último de la Secundaria.
“No ganamos ninguna mención porque se dan hasta el puesto número 10, pero como a las internacionales solo pueden ir estudiantes que estén cursando, algunos chicos que compitieron y a fin de año se recibieron, no eran elegibles. Entonces quedé seleccionada para participar del selectivo, que se hizo en 2018”.
Del selectivo salen dos grupos: cuatro chicos que van a las internacionales, y otros cuatro a las iberoamericanas. “Estudié todo el verano e hice una pasantía en un laboratorio. El certamen tuvo dos instancias de exámenes teóricos y prácticos, y por los puntajes que obtuve quedé en el equipo para la internacional. Me da mucha felicidad, porque era una meta que yo tenía desde que empecé con las olimpíadas”, cuenta emocionada.
Como en todo mundial, el entrenamiento es exigente. “Una vez por mes viajo a Río Cuarto una semana, y ahí, en la Universidad, tenemos clases de distintas materias dentro de la ciencia de la biología: fisiología animal, fisiología vegetal, genética, ecología, biodiversidad, entre otras”, enumera.
Para ella, este Mundial será un primer paso en su carrera de bióloga: “Voy a estudiar la licenciatura en la UBA y hacer el profesorado para dedicarme a la docencia. También quiero trabajar en investigación. Con todo esto comprobé que el esfuerzo determina un gran porcentaje de cómo va a salir lo que uno emprenda. Yo puedo tener facilidad para las ciencias, pero si no le hubiera puesto mucho esfuerzo no estaría donde estoy. Mi meta es aportar al conocimiento científico mundial”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario