En sus palabras, en su mirada. El siguiente es el recorrido de un día en la cobertura de Ignacio Ezcurra como corresponsal del diario LA NACION en la Guerra de Vietnam, en mayo de 1968. Su texto, sus fotos.
En el Valle de A Shau
La noche se hace interminable durmiendo en un diminuto búnker construido por los norvietnamitas. Los morteros y los cañones de los cinco puestos establecidos en el valle bombardearon los senderos por donde podía circular el enemigo. Y dos veces la montaña tembló con un rugido y pareció que el búnker se partía en pedazos.
Son los B-52 que atacan a dos o tres kilómetros de aquí. Bombas de 500 kilos. Imagínense cómo las sienten ellos.
A las seis de la mañana todo el mundo estaba en pie, calentado y maldiciendo las raciones de combate: latas verdes con galletitas, chocolates, dulces, pavo, sopas o carne. Parecen ricas, pero después de unos meses. ...
No quiero ir. Ese lugar está 'buku' (lleno) de 'guks' (norvietnamitas)", suspiró el soldado Steve Arnold, de California [.] A las 7 estaban los 70 hombres al pie de la montaña en el camino construido por los norvietnamitas, con los fusiles M-16, ametralladoras M-60, lanzagranadas, bazukas y miedo. "Miedo, no tengo vergüenza de confesarlo", dijo con pesado acento sureño Lui Gregore. Para evitar convertirse en blancos preferenciales los oficiales y suboficiales se arrancaron las charreteras, y los que llevaban radio disimularon la antena. "Siempre empezarán con nosotros".
Mientras un pelotón iba por el fondo del valle, comenzamos a recorrer el camino en dirección a Laos, distante a unos cuatro kilómetros.
Tres horas después habíamos recorrido un "click" (mil metros) cuando comenzaron a silbar las balas y desde un búnker se escuchó el ladrido seco del AK-47, el fusil automático. Al tercer intento los alcanzaron con una bazuka. Eran dos norvietnamitas. Vestían buenos uniformes, pero como calzado llevaban dos ojotas de cubiertas de camión. ". Pobres, con esos elementos no sé cómo pelean", se compadeció un soldado norteamericano.
Cien metros después nos comenzó a buscar una ametralladora pesada desde la montaña que teníamos enfrente. La infantería de marina mandaría un pelotón a silenciarla. A la caballería no le importa gastar unos dólares más con tal de cuidar a sus hombres. "Alguna vez dejé caer un millón de dólares sobre un tirador emboscado". Un llamado de radio y pocos minutos después estaban sobre la montaña dos helicópteros con sus "miniguns" zumbando a 4000 tiros por minuto.
La ametralladora les contestaba impasible. "Que venga la aviación". Tardaron menos de 15 minutos en llegar tres aviones de chorro que troncharon media montaña con bombas de 250 libras y el alarido de sus ametralladoras.
De una cueva salieron corriendo cinco 'guks' y un soldado alcanzó a tres con su fusil. Se fueron los jets y el valle quedó por un momento en silencio. "Volvamos. Ha sido un buen día".
La vida en Vietnam en 1968
Ignacio Ezcurra murió en Vietnam el 8 de mayo de 1968. Se supone que sus restos yacen en alguna fosa común en Cholón.
La pasión por el periodismo
Ignacio Ezcurra nació en San Isidro en 1939. Se recibió de bachiller en 1956 en el colegio El Salvador. Poco después, empezó la carrera de Letras en la Universidad de Buenos Aires (UBA) e ingresó a LA NACION en la sección Avisos Clasificados. En 1958, junto a dos amigos, viajó a dedo por Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, México y Estados Unidos. Allí, en 1960, estudió periodismo en la Universidad de Missouri, gracias a una beca.
Al regresar al país, en 1961, hizo el servicio militar y fue enviado por la Secretaría de Cultura de la Nación y el Instituto Di Tella a recorrer más de 60 ciudades del interior para ofrecer espectáculos audiovisuales y películas documentales. Un año después, se reincorporó a LA NACION como cronista volante e ingresó a las carreras de Sociología e Historia en la UBA. También trabajó asiduamente como fotógrafo.
En este diario escribió en las secciones Un rostro en siete días y Visiones de América. Además, publicó artículos en las revistas Atlántica, Vea y lea, El reflector, Cristina, Autoclub y La chacra. En 1965 se casó con Inés Lynch. Ese mismo año, invitado por la embajada de Siria, visitó Medio Oriente.
Dos años después, fue enviado a los Estados Unidos para cubrir los conflictos raciales. Allí entrevistó a Robert Kennedy y Martin Luther King. Al año siguiente partió a Vietnam como correponsal de guerra. Desapareció en Saigón el 8 de mayo.
Por: Juan Manuel Trenado
Por: Encarnación Ezcurra
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