Envuelto entre papeles de seda y metido en un viejo baúl, el cuaderno de cocina de María Varela esperó más de un siglo que volvieran a leerlo. Fechado en San Isidro, en la década de 1880 (el borde del papel está quebrado, por lo que no se conoce el año con exactitud), contiene unas 70 recetas.
“No sabemos si son de su época, o es algo que venía recolectando de otras generaciones de mujeres de su familia”, cuenta Marcela Fugardo, la directora del Museo.
El recetario es una de las piezas exhibidas en la Quinta Los Ombúes, de San Isidro, el lugar donde vivió -entre otras personalidades de la historia argentina- Mariquita Sánchez de Thompson y que hoy es el Museo, Biblioteca y Archivo Histórico “Dr. Horacio Beccar Varela".
Este sábado abrieron al público (las visitas son gratuitas) cuatro salas restauradas con muebles y objetos de época, entre ellas el dormitorio de Mariquita y el comedor de la mansión, donde la familia Beccar Varela disfrutaba de aquellas recetas que María Varela conservaba anotadas en su cuaderno.
Días antes de la apertura, para la presentación del nuevo recorrido por el museo, un chef recreó algunos de esos platos. Inspirado en este recetario criollo tradicional, Diego García Tedesco preparó un menú que llevó a la mesa cuatro platos con combinaciones tan particulares como una ensalada rusa con arenques, manzana y banana.
"Me encantó la experiencia, es muy interesante poder hacer este tipo de cosas. Me permitió 'volar hacia atrás' y descubrir nuestra herencia y el mito de la abundancia -que siempre estuvo presente en nuestra historia- a través del vínculo con los alimentos", asegura el chef. Sin embargo, admite, "fue difícil de recrear, las medidas están en onzas, por ejemplo".
Además, sirvió croquetas de leche (una preparación de arroz y salsa blanca con huevo); olla podrida -un puchero con carne, arroz y garbanzos-, una comida emblemática de la época; y un postre que sigue vigente: el budín de pan.
La mayoría de las preparaciones del cuaderno son postres y, al ser poco precisas, resultó más complejo poder prepararlas. "La pastelería es muy exacta y estas recetas eran como apuntes, como un ayuda memoria", describe García Tedesco.
¿Cómo eligió estos platos? "Eran los más 'realizables'", responde. Y explica que en aquellos años, por ejemplo, muchas comidas se hacían con gallina, un producto que no es tan fácil de conseguir hoy.
Un paseo interactivo por la historia
Para restaurar totalmente las cuatro salas que han sido totalmente restauradas se trabajó más de un año.
“Las salas que renovamos nos permiten exhibir las piezas de un modo más atractivo, actual, con una sólida narración que las sostiene y una tecnología acorde a su valor”, explica la subsecretaria de Cultura de San Isidro, Eleonora Jaureguiberry. Y a eso apunta el nuevo guión, a “bucear” en la vida cotidiana y las costumbres de quienes habitaron Los Ombúes por sobre los objetos.
Entrar en la casa es poner un pie de lleno en el pasado. La visita comienza en el antiguo comedor que hoy luce como en 1904 y fue reconstruido a partir de una foto que muestra a sus últimos dueños, los Beccar Varela, sentados a la mesa.
Si bien los muebles llegaron a través de María Varela, esposa de Cosme Beccar, y madre de Adrián y Horacio Beccar Varela, son de mediados del siglo XIX, bastante anteriores a 1881, fecha en que la familia se mudó a la quinta.
“Queríamos hacer que el comedor fuera algo vívido. Por eso, con la colaboración de la familia restauramos los muebles y sumamos un dispositivo de realidad ampliada”, explica Patricio López Méndez, curador de la muestra.
Este sistema permite, en tiempo real y sobre una pantalla, agregar de manera virtual los elementos que conforman el espacio y recrean el ambiente, como el empapelado, el mantel y la vajilla y tener una imagen precisa de cómo era. Además, brinda información sobre cada una de estas piezas y muestra las recetas del cuaderno de María.
En un paseo que va hacia atrás en la historia, la sala de recibo sugiere cómo era la vida hacia 1850 –no podían faltar la música, la costura y la oración– y recupera la figura de alguien que, a pesar de no haber vivido en Los Ombúes tuvo gran influencia sobre ella: el poeta Florencio Varela, padre de María.
El dormitorio de Mariquita
Invisibilizada hasta ahora en el Museo, Mariquita Sánchez de Thompson –que heredó la casa y vivió allí hasta que la vendió en 1829– ya tiene sala propia. Su figura dice presente en una recreación de su dormitorio que es una verdadera joya.
Una cama y un ropero del siglo XVIII, pesados cortinados y, en primer plano, un tesoro invaluable: su abanico. Todo esto se puede ver en el dormitorio de Mariquita Sánchez de Thompson, una escenificación –no todos los objetos son del dormitorio original, aunque sí centenarios– que se propone contar sobre una mujer esencial de la historia, un personaje del que vale la pena hablar, y cuya intimidad es interesante conocer.
Dueña de una personalidad avasallante, Mariquita dejó su impronta en la casa hace casi dos siglos y hoy su figura vuelve al presente. “Recreamos este dormitorio como espacio privado y de oración. Es un lugar que refleja cierta atmósfera intimista y establece una conexión con el drama de su tiempo”, destacan desde la Subsecretaría de Cultura local.
Todo esto es coronado por un retrato de su hijo, Carlos de Mendeville y Sánchez, realizado por Raymond Monvoisin, el famoso pintor viajero.
Finalmente, la sala de arqueología recupera objetos rescatados del pozo de basura de la Casa de Alfaro, otro hito de la memoria sanisidrense. Desde sus vitrinas, restos de vajilla, botellas, botones, juguetes, bolitas de vidrio pintadas a mano y pipas de caolín, dan cuenta de cómo era la vida diaria en el San Isidro de hace 200 años.
Horarios
El museo se encuentra en Adrián Beccar Varela 774, San Isidro. Abre martes y jueves de 10 a 18, y sábados y domingos de 15 a 19.
La entrada es gratis.
Los domingos a las 16.30 hay visitas guiadas, también gratuitas, con reserva previa llamando al 4575-4038, interno 30.
(Fuente: Diario Clarín)
No hay comentarios:
Publicar un comentario