Queridos/as hermanos/as:
En esta Navidad deseamos descubrir a Dios que se vuelve tan cercano,
que nos abraza con su cariño.
Es ese Dios que ama con predilección a los más débiles
y nos llama a cuidarlos.
Queremos a nuestro Pueblo.
Por eso nos duelen las angustias de muchos
e intentamos comprenderlos y acompañarlos
cuando defienden sus derechos.
Nuestro trato con numerosas personas, nos permite reconocer
los valores de nuestra gente y la reserva espiritual de los argentinos,
que les ayudan a enfrentar tantas dificultades.
Que nadie se sienta olvidado en esta Patria.
Que los pobres, los inmigrantes, los pueblos originarios, los ancianos,
los niños, los encarcelados, quienes últimamente perdieron seres queridos,
los trabajadores, los que buscan trabajo y los más frágiles del Pueblo,
se sientan amados y valorados en su inmensa dignidad.
Gracias a cada uno por su entrega de cada día
para que nuestra querida Argentina sea casa de todos.
La Navidad nos invita a tener algún gesto de cercanía, de consuelo y de generosidad
con algún hermano solo o necesitado. Eso nos hará más humanos.
Para los católicos, la Virgen de Luján es la Madre que nos acompaña
y nos acerca la ternura del Niño Jesús.
En sus brazos dejamos este año que acaba
y le confiamos con esperanza el nuevo año.
Con afecto de hermanos.
Los Obispos de Argentina
178 Comisión Permanente
Buenos Aires, 13 de diciembre de 2017
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