Los alumnos se ubican en forma de círculo y realizan ejercicios de pre calentamiento corporal. Luego comienza la acción: el profesor indica las técnicas y los tiempos, mientras los participantes de forma ensamblada producen sonidos y ritmos usando distintas partes del cuerpo. Divertidas, desestresantes y liberadoras, así son las clases de Percusión en la Casa de la Juventud del Municipio de San Isidro.
Durante el curso, al que asisten jóvenes entre 18 y 35 años, los alumnos realizan diversos juegos rítmicos y crean sonidos con la utilización del cuerpo. Lo hacen a través de movimientos corporales como aplaudir, chasquear sus dedos, brazos y manos, aprovechando los muslos, el pecho, la espalda y sus piernas. También usan instrumentos como bombos y redoblantes.
“La idea es que el aprendizaje, la creatividad, el disfrute y la expresión vayan de la mano. Buscamos experimentar la música y la percusión de una forma íntegra y orgánica. Con ritmos folklóricos argentinos, populares y modernos, afro-americanos y percusión corporal”, explica el profesor Sebastián Petrosini.
Este curso contribuye al desarrollo de la coordinación motriz y corporal, a la creación de solos o improvisaciones a partir de una idea y a la lectura fluida de ritmos. Además, se genera un espacio de recreación y encuentro con personas de diferentes perfiles. En muchos casos, se utiliza como una suerte de terapia y hasta una experiencia espiritual.
Luego de producir sonidos con las palmas de sus manos, Marcos Lanzaini, de 19 años, comenta: “Siempre quise ser parte de la Casa de la Juventud y cuando vine a averiguar, y me enteré que el curso era gratuito no lo podía creer. Este taller de percusión me ayuda en lo físico y a poder independizar cada parte de mi cuerpo”.
“Me parece una propuesta muy interesante, nos brinda la posibilidad de encontrarnos con vecinos de otras localidades, y nos divertimos muchísimo”, concluye Elena Quiroga de 28 años, de Boulogne.
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