Monseñor Oscar Ojea, Obispo de la Diócesis de San isidro, presidió ayer por la tarde en la Catedral de San Isidro, la misa por las víctimas del abuso sexual y el maltrato infantil.
La celebración estuvo pedida por Rufino Varela quien, desde su historia personal y en solidaridad con otras víctimas del abuso y del maltrato infantil, buscó afianzar el compromiso y unirse espiritualmente a quienes sufren este flagelo.
Como paso previo a la celebración de la misa, la organización Cruzada Francisca, creada por Varela –y que lleva este nombre como homenaje a una persona muy especial para Rufino, que se animó a hablar del abuso sufrido-, se dio cita en la plaza Mitre de San Isidro, para marcar su punto de inicio como grupo que: “Viene a cubrir un vacío, viene a dar un lugar discreto y de escucha a quienes después de años y años logran romper el silencio y aliviar el dolor que este silencio provoca”, manifiestan al referirse a su firme actitud frente al drama del abuso sexual y el maltrato infantil.
Consultado, Rufino respondió que: “El abuso está. Tenemos que luchar. No tenemos que tener miedo a hablar”.
En su homilía monseñor Ojea, manifestó que: “Cuando el débil puede salir de esa red de silencio al que lo obliga el poderoso; ese secreto pactado para comprimir a la criatura cuando puede hablar, cuando puede expresarse, cuando puede decir qué ha pasado, decírselo a sí mismo y decirlo a los demás, comienza la verdadera sanación”.
El Obispo estuvo acompañado por monseñor Martín Fassi, Obispo auxiliar; el Pbro. Guillermo Caride, Vicario general, el Pbro. Máximo Jurcinovic, Vocero del Obispado de San isidro y por el padre Carlos Saracini, Superior provincial de los Pasionistas y por otros sacerdotes cercanos a Rufino Varela.
Hacia el final de su mensaje el Obispo expresó que: “La violencia, uno de los males más tremendos del mundo en que nosotros vivimos, uno de los cánceres del mundo en que vivimos.
Hay que poder vencer esas redes de silencio familiares e institucionales, redes que se han tendido para oprimir y obligar al secreto.
El hablar, el expresarse, es también un clamor de justicia. Una justicia exigida en reparación de aquel que ha sufrido una violación semejante; una justicia exigida por la misma naturaleza”.
Cabe destacar que esta misa afianza el camino propuesto en la Diócesis por Monseñor Ojea, a través del que se busca asumir, pedir perdón y reparar el daño sufrido a las víctimas del abuso sexual y el maltrato infantil, fortaleciendo al mismo el compromiso por promover una cultura del cuidado de los niños y adolescentes.
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