Antes de que las vidrieras se desnuden de tapados y sweaters, de que el termómetro nos fuerce a rescatar shorts y remeras del placard y de que empecemos a planear las próximas vacaciones, hay que volver a sentirse a gusto con nuestro cuerpo.
El invierno suele dejar algunos kilos de más y aún estamos a tiempo de bajarlos sin recurrir a métodos abruptos cuando se acercan los meses de calor.
El invierno, ¿tiene la culpa?
"Tengo un peso de invierno y un peso de verano". Mariana Acebal, licenciada en nutrición del Centro Terapéutico Máximo Ravenna, se cansa de oír esta frase. "Las bajas temperaturas nos tientan a comer alimentos más calóricos, como el chocolate. Pero no nos engañemos: estar tentados no significa que nuestro organismo necesite más calorías que en otras épocas del año", aclara sobre este mito.
La excusa valía en la época de las cavernas. Hoy, pasamos la mayor parte del tiempo en ambientes con calefacción, así que el hambre que nos asalta tiene más de cultural que de biológico. "Mantenemos el deseo de preparaciones calientes y abundantes, incluyendo el alcohol, pero no hay justificación fisiológica detrás, son costumbres", enfatiza el doctor Edgardo Ridner, ex presidente de la Sociedad Argentina de Nutrición.
Para Sabrina Kuzawka, licenciada en nutrición, ese apetito podría estar ligado a la menor disponibilidad de luz, que generaría cambios en el estado de ánimo y más ansiedad, traducidos en una mayor ingesta de alimentos calóricos.
También sucede que usamos la justificación del invierno para darnos algún gusto que otro... "Como ya sé que voy a subir en invierno tengo la excusa perfecta para comer más y moverme menos", señala Ridner para ilustrar el modo de pensar de los pacientes. "Me atrevo a apostar que en la antigüedad la gente engordaba en verano y perdía parte de esa reserva en invierno. Que hoy hayamos invertido el ciclo es consecuencia de nuestros hábitos urbanos, la abundancia de comida y la instalación del mandato cultural 'date el gusto de comer en invierno para poder hacer dieta en verano'", concluye.
Tips para poner en marcha hoy
Los especialistas desaconsejan las dietas abruptas, lo ideal es tener un plan de alimentación saludable extendido en el tiempo y no esperar a que el verano nos sorprenda para buscar soluciones mágicas...que no existen.
Algunas ideas para incorporar a esta altura del año pueden ayudar a lograr los resultados deseados sin escudarnos en "la excusa del invierno".
Encontrar la motivación. Algunos tendrán una meta a mediano plazo como lucir determinado traje de baño. Otros, a futuro, como aprender a comer saludablemente.
Mantener un orden. Cumplir con las cuatro comidas e incorporar una a dos colaciones opcionales (frutas, barritas, caldos light, yogures). Beber infusiones calientes sin azúcar o caldos desgrasados para aumentar la saciedad.
Cambiar de vajilla. Tener una "vajilla de invierno", más chica, puede ayudarnos a limitar las porciones.
Reemplazos. Incluir en todos los platos vegetales frescos y/o cocidos como guarnición y tres frutas frescas de estación a lo largo del día. En lugar de ensalada, se pueden preparar las verduras en panaché, al vapor, en puré, soufflé, omelette o tortilla. Lo mismo vale para las frutas: pueden consumirse cocidas y tibias. Manzana asada con canela, peras asadas con hojas de menta o compotas.
Menú de cinco colores. Aumentar el consumo de frutas y verduras de estación, variando los colores amarillo-anaranjado, rojo, verde, azul-púrpura y blanco para obtener una mejor combinación de vitaminas y minerales, a un menor costo. Es preferible prepararlos de tal forma que le demanden más trabajo a nuestro aparato digestivo. Por ejemplo: ingerir cítricos enteros y no en forma de jugos.
Actividad física, infaltable. Incrementarla a 30 minutos diarios, dentro de lo cotidiano: optar por bajar las escaleras, caminar o andar en bicicleta, moverse en el lugar mientras se habla por teléfono o mientras se mira un programa de TV.
Jamás ejercitarse en ayunas. Esto dificulta la disminución del peso a expensas de la utilización de tejido graso y propicia la disminución de peso a expensas del tejido magro (muscular), con el consecuente efecto "rebote". (Fuente: Diario La Nación)
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