Mientras recorre el patio de la escuela y mira flamear la bandera azul y blanca, Cristian Molina asegura: "Me siento agradecido, todo lo que soy y todo lo que conocí es gracias al colegio. Éste es un lugar de oportunidades y de cambio, porque te ayuda y te empuja a salir adelante".
Hoy, ya egresado y entre las paredes que lo vieron crecer, dice con una sonrisa: "Estar acá es una de las mejores cosas que les pueden pasar a los chicos". Ellos, al igual que él, viven en el barrio La Cava, en San Isidro, donde se encuentra una de las mayores villas del conurbano bonaerense.
En este barrio habitan aproximadamente 10.000 personas, la mayoría en condiciones desfavorables. Numerosas familias residen en casas precarias y tienen dificultades para acceder a los servicios básicos, como el agua, la electricidad y el gas natural. En esta realidad, el colegio Santo Domingo Savio -perteneciente a la parroquia Nuestra Señora de La Cava- cumple una misión clave: brindar educación de calidad a más de 1100 alumnos para que puedan tener mejores oportunidades.
Cristian es fruto y ejemplo de este gran trabajo. Logró insertarse laboralmente y hoy estudia para cumplir su sueño: ser contador público. Este joven siente que la escuela forma parte de su vida y la define como su "segundo hogar".
Esta sensación también es compartida por otros alumnos. ¿Cómo comprobarlo? Cuando suena el timbre que marca el fin de la jornada escolar, en vez de correr a sus casas, varios chicos se quedan después de hora para jugar o, simplemente, compartir un rato más con sus compañeros.
Uno de los principales proyectos del colegio es el programa de tutorías, cuyo objetivo es brindar acompañamiento pedagógico a los alumnos. La figura del tutor va más allá del formato tradicional: establece lazos con las familias, los docentes y la comunidad, y se adapta a las necesidades de cada chico.
Muchos de ellos están expuestos a situaciones de riesgo: violencia familiar, adicciones o embarazo adolescente. Por eso los motivan y alientan para que terminen sus estudios secundarios y les dan herramientas que facilitan su inserción en el mundo laboral, terciario o universitario, por ejemplo mediante el apoyo escolar o la orientación vocacional.
"Muchos abandonan por miedo o porque tienen que salir a trabajar y entonces dejan. Pero, por más que haya obstáculos o temores, lo importante es intentarlo. Yo quise seguir, por eso me esfuerzo para aprender nuevas habilidades y crecer como persona", confiesa Cristian.
Durante su paso por el colegio, Cristian recibió una beca de Cimientos para cubrir necesidades educativas: comprar libros, útiles escolares, etc. Hoy se mantiene gracias a su propio esfuerzo: estudia en la universidad y además trabaja en un restaurante de fast food (ya lo ascendieron dos veces). "Mi primer sueldo fue directo para ayudar a pagar las cuentas en casa y guardé algo para la facultad", recuerda.
En el colegio Santo Domingo Savio -que tiene más de 50 años de trayectoria y depende del Obispado de San Isidro- cada chico es conocido por su nombre, por su historia, y los docentes trabajan con una enorme vocación y esfuerzo para darles a sus alumnos la mejor educación.
Esta labor comenzó en 1962 en unas aulas de chapa y madera con clases abiertas para primero y segundo grado. Con el tiempo, y gracias a la generosidad de muchas personas, fueron creciendo hasta completar el nivel primario, secundario y jardín de infantes.
Este crecimiento fue acompañado con un proyecto edilicio: más aulas, patio de juegos, comedor, sala de computación, laboratorio y biblioteca. A pulmón van tratando de mejorar la infraestructura de la escuela, ya que el desgaste del edificio es permanente, sus puertas permanecen abiertas las 24 horas los 7 días de la semana.
El sábado es el día especial de los Exploradores, jóvenes que organizan actividades recreativas vinculadas con la vida del campamento y abiertas a los niños del barrio. Cristian forma parte de este grupo porque cree que es una forma de seguir en contacto con el colegio y también de agradecerle lo mucho que recibió.
"Otra forma de devolverle todo lo que me dio el colegio es conseguir el título de contador y recibirme. Cuando el día de mañana me pregunten «¿dónde estudiaste?», yo les voy a contestar orgulloso «en el Domingo Savio», para que la gente sepa que de este colegio también salen universitarios", afirma optimista.
Quienes quieran acompañar la educación de los chicos de Santo Domingo Savio aportando una beca mensual o donando pupitres y mesas para el comedor pueden comunicarse al (011)4575-4212 (interno 102), o por mail a desarrollo@colegiodomingosavio.edu.ar (Fuente: Diario La Nación)
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