Día de fiesta en Villa Ocampo, porque hoy por la tarde comenzarán los festejos por los diez años de un proyecto que soñó Victoria y que, tarde pero seguro, se hizo realidad con el equipo encabezado por Nicolás Helft, la tutela de la Unesco y amigos que comparten la pasión por el patrimonio.
La casa y el parque tardovictoriano deben su impronta al ingeniero Manuel Ocampo, padre de Victoria, quien ideó el conjunto como residencia veraniega de la familia, sobre la barranca con vista al río.
La escritora y editora se instaló allí en 1940, para hacer de ese rincón único de San Isidro el marco perfecto de una serie de encuentros protagonizados por quien fue la gran embajadora de la cultura argentina del siglo pasado. Allí se encontraron Borges y Bioy, y caminaron, entre los ginkos y los ombúes, Tagore, Malraux y Stravinsky.
Victoria le sumó a esa casa de elegante sencillez el don de su exquisito gusto, moderno y vanguardista, incorporando el blanco impoluto en los interiores, como muchos años más tarde harían decoradores de alta gama como Andrée Putnam y Philippe Starck. Esa boisserie blanca -muy en el estilo de la chilena Eugenia Errázuriz, auténtica tastemaker del París de la belle époque- ha sido testigo todos estos años de una agenda de actividades excepcional para convocar a grandes y chicos en programas de fin de semana. Pero, también, atraer al turismo exigente que hace del patrimonio una razón para expandir las fronteras del conocimiento.
La mejor definición de Victoria fue su jardín. Como bien señala Sonia Berjman, "el microcosmos de una mujer universal, pero entrañablemente criolla". Y qué mejor en esta primavera tardía que celebrar a la dama que solía llevar en la solapa de su tailleur estricto una muestra de "temporada" en pequeño formato. Un ramito de gardenias, de jazmines o del modesto y noble paraíso. La recuperación del jardín se inició en 2004 con la contratación del Estudio Thays, bajo la mirada atenta de Esmeralda Almonacid y del Garden Club de San Isidro, entre muchos otros.
Victoria Ocampo hizo de ese entorno familiar el escenario virtuoso de una existencia excepcional hasta su muerte, en 1979. En 1973, 40 años atrás, donó la propiedad a la Unesco, con la intención de salvarla "de los vaivenes políticos". El conjunto refleja la personalidad de la Victoria universal y criolla. Al frente, un jardín francés comme il faut, y al Norte, cuidadosamente descuidado, el jardín inglés.
En el fondo, Victoria Ocampo hizo de sus casas una señal de identidad, una posición tomada y un desplante sin medias tintas. Como el gesto audaz de la casa racionalista en pleno corazón de Barrio Parque. (Fuente: Diario La Naciòn)
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