Fátima es una escuela especial que nació en San Isidro hace 25 años como respuesta a una necesidad particular: darle un espacio de contención y de formación para chicos y jóvenes con sordoceguera.
El intendente de San Isidro, Gustavo Posse, participó del aniversario, junto con familiares y alumnos de la institución. “Ustedes fueron pioneros en esto, y por ser persistentes e innovadores, les abrieron las puertas a otras personas para que tengan un lugar adecuado a sus necesidades. Marcaron el camino para que se repita en otros lugares del país, por eso son fundadores de fundadores.”
Fátima es precursora porque fue el primer centro educativo terapéutico dedicado exclusivamente para personas con sordoceguera, incluidas las que tienen limitaciones visuales, auditivas y necesidades adicionales, con el objetivo de integrarlas en la sociedad. Hoy, más de 35 chicos y jóvenes, de 6 a 30 años, asisten a la institución.
La idea de fundar esta escuela la trajeron desde Córdoba Carlos y Alicia Rosaz, los padres de Fátima Picasso Cazón, después de que confirmaron que no había ningún lugar especializado donde podrían mandar a su hija.
Alicia contó que todo empezó porque en ningún lugar del país ni de Latinoamérica atendían la discapacidad de su hija: sordoceguera con discapacidad cognitiva. Más de 10 años buscaron en Europa y Estados Unidos; pero, como ella dijo, no se iban a quedar sin respuesta. Alicia lo contó con una enorme sonrisa: “En ese momento le dije a Carlos ‘Bueno, tendremos que abrir nosotros un colegio’. Nos dijeron que estábamos locos, pero así fue como se fue gestando esta locura”.
Ayer también se presentó el libro Fátima, una idea que nació como una guía de ayuda para padres y terminó siendo una biografía de la familia fundadora. El texto está a la venta y los fondos que se recauden serán destinados para que el lugar siga creciendo.
Como obsequio de cumpleaños, el Municipio de San Isidro regaló nuevos juegos para el jardín del colegio. También cedió unos terrenos para la ampliación del edificio con el objetivo de desarrollar un Centro de Día y Residencia para Adultos, así los chicos que terminen sus estudios pueden continuar formándose en un ámbito de contención. Esta remodelación va a permitir incorporar a los 16 chicos que hoy están en lista de espera. Otro proyecto a corto plazo es brindar el servicio de estimulación temprana, para empezar a trabajar desde el nacimiento.
Al evento también asistió el conductor de televisión Julián Weich que hace unos años se sumó a la campaña y participa en la recaudación de fondos. “Hay muy pocas instituciones para estos chicos, por eso es importante acompañar esta iniciativa, para que crezca y se pueda replicar en otros lugares”, sostuvo.
Marcela Zamponi, una de las directoras, explicó que la metodología de trabajo es a través de la comunicación, que es la base del aprendizaje cognitivo; por eso cada chico, además de las clases, tiene sesiones individuales de fonoaudiología, educación física, psicología, terapia ocupacional y comunicación.
El esfuerzo delos Picasso Cazón para que su hija tuviera las mismas posibilidades que sus otros hijos tiene sus consecuencias prácticas y, cada día, le cambia la vida a muchas familias. Sergio Lema es papá de Matías, que tiene 11 años y es ciego. “Su primer año y medio lo perdimos buscando un diagnóstico entre médicos y especialistas. Después desaceleramos y tratamos de vivenciar a nuestro hijo, pero llegamos a un punto donde no teníamos más respuestas porque no conocíamos ningún lugar donde él pudiera avanzar como ser humano. Cuando nos enteramos de Fátima, no lo pudimos creer. Acá encontró su lugar en el mundo. Antes no sabíamos qué hacer con él y ahora veo que se levanta solo a la mañana, se cambia, se cepilla los dientes, saluda a su hermano. Y cuando vuelvo a casa, él está con la notebook que tiene un comando de voz para que revise su correo y escuche música. Para nosotros, es un sueño.”
Alicia Rosaz coincide con Sergio porque ella, jura, nunca se imaginó todo esto. “La idea es que la gente conozca qué es la sordoceguera. Acá preparamos a los chicos para que después se inserten en la comunidad”, afirmó.
“Son una minoría dentro de otra minoría. También aprenden a valerse por sí mismos porque van a los negocios que están cerca, compran las cosas que necesitan y aprenden a manejar el dinero; ahora Mati está en un taller donde preparan ravioles y los venden a una fábrica de pastas. Esta es una escuela de vida”, concluyó Sergio emocionado.
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