Ganas de mejorar su comunicación oral es el único requisito que se necesita para realizar el curso de oratoria y locución que se dicta todos los miércoles de 18 a 19.50 en la Casa de Cultura de Villa Adelina (avenida de Mayo 964).
El curso está dividido en dos etapas. La primera está dedicada a la comunicación social y profesional. “Trabajamos sobre la simplificación del discurso y su mensaje, la proyección de la voz, la colocación del cuerpo y la manipulación correcta de matices, que tienen distintas connotaciones”, explicó el profesor Andrés Correche. Las clases teórico prácticas se complementan con distintos dispositivos: un proyector, una televisión y una cámara. “El 30 por ciento de cada encuentro es teoría, el resto es toda práctica”, especificó. Ejercicios de improvisación y trabalenguas son algunas de las prácticas que graban y después ven en televisión.
La segunda parte del taller se concentra en la locución. “Es más específico y hacemos trabajos en los que se utilizan las cuerdas vocales. Comentarios, publicidades y relatos son algunas de las prácticas”, agregó.
El docente aconseja a sus alumnos que practiquen en sus casas viendo como otros se expresan, ya sea en la vida cotidiana o en un noticiero, por ejemplo. “La idea es que las observen, las critiquen y sepan si aburren o no cuando hablan. Por medio de la observación se afianzan los contenidos”, sostuvo.
“El 99,9 % de las personas tiene posibilidades de mejorar su discurso; no se trata de hablar por hablar.
En oratoria y locución se trabaja para dialogar con firmeza y con contenidos simples que se entiendan. Y lo más importante es cómo lo decís. Sino hay coherencia entre el contenido y la forma, el discurso puede ser débil. De lo contrario, es más fuerte, convincente y persuasivo”.
Durante el taller también se estudia la comunicación no verbal. “En este segmento trabajamos sobre la naturalidad de los gestos para potenciar nuestro discurso”, aseveró.
La edad no es restrictiva en este curso. “Pueden venir niños, adolescentes y adultos. La única condición es que tengan ganas de aprender. Las clases son divertidas y las adaptamos a las necesidades de cada uno”, contó.
Una clase puede comenzar con una improvisación como entrada en calor. En ese ejercicio, cada participante debe dar un discurso de un minuto. Con la palabra que finalizó su exposición debe empezar el siguiente alumno. “El objetivo es que haya un hilo conductor; es una muy linda dinámica”.
Luego, se puede pasar a un juego de roles, en el que se plantea un ejercicio de venta. “En esta instancia deben utilizar determinados matices de voz para poder venderle algo a alguien. La idea es que los alumnos argumenten vehementemente las cualidades de ese producto”.
Para una buena dicción, Correche aconseja practicar un sencillo trabalenguas en sus casas. La consigna: repetir cinco veces rápido “Carue cuarenta”. “Si la lengua se traba hay algún problema de articulación. Nosotros trabajamos primero para mejorarla y después nos encargamos de la proyección de la voz”.
Muchas personas llegaron al curso con una voz tímida y sin potencia; trabajando en una respiración total con un buen impulso de aire hace que ese individuo cambie el cuerpo de la voz, sentenció. Y añadió que otra de las actividades del curso es leer frases y decirla en distintos estados de ánimo, que tienen diferentes tonos y connotaciones.
“El taller sube la autoestima de las personas porque ven su evolución en cada clase y eso les da seguridad en sus trabajos y cotidianeidad. Cuando antes no podían emitir palabras, hoy ganan discusiones”, sostuvo y agregó que como profesor se siente realizado cuando sus alumnos cumplen con el principal objetivo de la oratoria: que el mensaje sea claro.
Todos los conocimientos aprendidos se volcarán en el cierre del taller, que será en dos partes. Por un lado, los alumnos harán una exposición profesional, que será evaluada por sus compañeros y por el profesor. La segunda parte constará de un programa de radio que producirán y conducirán los alumnos.
Mientras se preparaba para tomar notas de la clase, Sara Gale, profesora de inglés y traductora vecina de Acassuso, dijo: “Este curso me pareció muy interesante. Facilita la expresión oral y escrita; me resulta muy divertido aprender locución”. A su lado, Débora Martínez, de Vicente López, trabaja en un laboratorio y decidió hacer el curso por razones laborales. “Me es muy útil, sobre todo la oratoria”, afirmó. Susana Gaetano, abogada, decidió hacer el curso para optimizar sus recursos de expresión. Cantante de una banda de rock y vecino de Boulogne, Miguel Maciel aseguró: “Me pareció muy copado hacer este curso para ganar fluidez y mejorar mi comunicación con el público”.
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