El intendente de San Isidro, Gustavo Posse, participó ayer por la tarde de la ceremonia en la que se entregaron medallas a los 41 egresados de la Escuela Municipal de Enfermería Universitaria “Sor Camila Rolón”.
El acto comenzó pasadas las tres de la tarde en el Teatro del Viejo Concejo, totalmente colmado de familiares, amigos y egresados.
El intendente afirmó que el municipio es, después de la Ciudad de Buenos Aires, el segundo polo de salud más importante del país. “En San Isidro hay mucha demanda de profesionales sanitarios por lo que es fundamental contar con esta escuela municipal para que nuestros futuros enfermeros puedan instruirse en el distrito donde van a ejercer su profesión”.
Además, felicitó a los egresados por el esfuerzo que hicieron para recibirse. “Lo emocionante es que no se trata sólo de jóvenes, sino que la mayoría son adultos que tienen una familia que los apoya en este camino de formación profesional”.
La directora de la entidad, Irene Simeoni, con palabras cálidas saludó a los egresados y dijo sentirse orgullosa de la calidad académica y del nivel universitario de la Escuela municipal que forma parte de la UBA.
Además, Simeoni se refirió a la noble vocación de los enfermeros por ayudar. “Cuidar es un acto de vida. Es la posibilidad de asistir al otro para que desarrolle su bienestar, y atender su salud para que alcance la mejor calidad de vida posible”, aseguró.
En el evento también participó el secretario de Salud Pública del municipio, Eduardo Prado, quien explicó: “Ahora, el objetivo será brindar, además de la tecnicatura, la licenciatura en enfermería para satisfacer la demanda del alumnado que crece año tras año”.
Al final de la ceremonia, Simeoni agregó: “Quiero agradecer al Municipio por promover la educación y profesionalización de los enfermeros y docentes del sistema de salud.
A la salida del Teatro, dos mujeres sonreían y le mostraban orgullosas las medallas a sus familiares. Hebe Salcedo, de 70 años, comentó que para ella lo más importante fue que la escuela quedara cerca de su casa en Martínez. En cambio, para María de los Ángeles Díaz, de 59 años, lo primordial fue que fuera gratis y que las clases se dictaban a la tarde para trabajar a la mañana.
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