Militantes radicales de San Isidro se reunieron ayer -martes- en la sede de la Asociación Gremial de Tourf de San Isidro para debatir la situación política del país, las últimas decisiones del gobierno de Cristina Fernández y las posibilidades de un acuerdo amplio entre los partidos de la oposición capaz de poner límites a las crecientes arbitrariedades de un gobierno errático.
Los radicales debatieron sobre el momento "excepcional" de la política argentina marcada por crecientes desequilibrios políticos, sociales y económicos.
Los casos de corrupción que tocan a la más altas cúpulas del oficialismo, las políticas basadas en el abuso de poder, el menosprecio de las instituciones democráticas, la persecución o extorsión a jueces, periodistas, empresarios o trabajadores son prácticas que se están consolidando en la Argentina y que responden a una desnaturalización progresiva del funcionamiento democrático.
La fractura social del país, la distancia entre amplios sectores de la población cada vez con menos oportunidades de progreso y sectores que gozan de todos los beneficios es cada vez mayor, a pesar de contar con un territorio rico, despoblado y con un gran crecimiento en los últimos años.
La gestión económica, cada día más deteriorada, no logra frenar crecientes déficit y una inflación que carcome cada mes el esfuerzo de los argentinos.
El conjunto dibuja un escenario especial, decisivo, ante el que es necesario construir alternativas que recuperen la voz ciudadana y la ilusión por un proyecto de progreso y superación para los argentinos. Lo que ofrece Cristina Fernández es mucho "negocio" para pocos y pobreza para casi todos.
¿Cuál es la mejor respuesta ante el desafío de un gobierno así? fue una de las preguntas que más sobrevoló el ambiente durante la reunión.
La idea de un acuerdo amplio, que movilice a la mayor parte de la sociedad, capaz de concertar voluntades en torno a unos pocos y fundamentales puntos en común, se convirtió en una de los deseos más repetidos en la reunión.
Para gran parte de los presentes, el radicalismo tiene la capacidad, la fuerza y la legitimidad histórica de servir de espacio de unión para un discurso esperanzador sobre el país.
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