En la Plaza 9 de Julio (Monseñor Larumbe y Necochea, Martínez), todos
los domingos desde las 19.30, cientos de personas del Partido y de otros
distritos llegan para aprender a bailar tango.
Organizadas por la subsecretaría de Comunicación y Cultura de la
Municipalidad de San Isidro, las clases son gratuitas y están a cargo de Gustavo
“El Morocho” Gutiérrez y Zulma Ríos.
Durante 30 minutos y con gran dedicación, los profesores revelan a
sus alumnos los secretos del 2x4.
Ríos y Gutiérrez aseguran que todos pueden bailar tango y recomiendan
al principiante eliminar el prejuicio
del “yo no puedo, soy de madera o esto no es para mí”. Se puede y es
mucho más fácil de lo que uno cree, dicen.
La confianza en el compañero es clave para bailar tango. “Tengo que
pensar que en el tango me voy a encontrar con una persona a la cual me voy a
abrazar. La esencia del tango es el abrazo”, explica Ríos. Gutiérrez agrega: “Y
en el abrazo no hay que dejar la pasión de lado, porque a veces uno se abraza,
pero tiene que ser un abrazo con pasión y energía”
La profesora también contó que esta danza popular requiere entrega,
sobre todo de la mujer porque es el caballero quien guiará y marcará los pasos.
Durante toda la clase, la pareja de baile anima a sus alumnos a ser
constantes en la práctica. “La perseverancia es clave y total. El tango nunca
termina, se toman clases toda la vida, hay que ser constante. No porque uno
llegue a la pista y le digan “Qué bien bailas”, se termina. No. No se termina
nunca. Hay nuevos pasos, nuevas figuras y siempre tenemos que estar dispuestos
al aprendizaje”, subraya Gutiérrez.
Bailar tango también requiere de una parte creativa. Ríos indica que
los profesores pueden transmitir las herramientas para bailar, pero cada uno
podrá improvisar y crear sus movimientos. Esa es la esencia del tango,
señala.
Consultados sobre la vestimenta, a los varones principiantes se les
aconseja calzar zapatos que permitan deslizarse por la pista.
“A las chicas les recomiendo usar las polleras o vestidos con zapatos
con taco, con la suela de cromo antideslizante”, señala Ríos. La profesora no
aconseja bailar con ojotas o calzado que pueda salirse del pie.
Además de compartir la vida profesional, Ríos y Gutiérrez son
compañeros en la vida. Se conocieron en una milonga hace 9 años y entre tango y
tango y entre cortes y quebradas se casaron en la iglesia Santa Teresa del Niño
Jesús (ubicada frente a la Plaza 9 de Julio). “Nuestro romance nació bailando
tango y acá seguimos”, dicen.
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