En la mayoría de los casos sigue siendo más conveniente, a largo plazo, la compra local de un producto, porque se accede a la financiación en cuotas, a la garantía nacional y al servicio técnico local.
Pero la duda inevitable era preguntarse por qué, si un producto tiene en ambos casos el mismo origen (China) y presumiblemente el mismo precio inicial, existe tanta diferencia entre el precio nacional y el estadounidense.
Estados Unidos, ejemplo díficil
Los expertos consultados sostienen que Estados Unidos es la opción más injusta para compararse, porque allí la tecnología es muy barata; si se miran otros mercados (de América latina, por ejemplo) la brecha es menor.
Estados Unidos es un mercado muy grande, de mucho volumen y muy competitivo, donde los márgenes de ganancia son más bajos (equilibrados precisamente por el alto volumen que se maneja). Europa es, como han reconocido todos los que alguna vez han viajado allí, un caso intermedio (más caro que Estados Unidos, más barato que América latina).
Así y todo, la referencia suele ser Estados Unidos: allí los impuestos de importación a la tecnología son más bajos que los locales: un 8 por ciento total, en promedio, contra un 21% de IVA local, a lo que se suma un 20,48% de impuesto interno a bienes suntuarios, un 20,5% de derechos aduaneros, 4,5% de ingresos brutos y ganancia, y un 1,2% de impuesto al cheque, que se paga por partida doble. (Fuente: Diario La Nación)
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