Si bien en la chapa quedó sellado a fuego el 35-19 final, el trámite del partido, sobre todo en el primer tiempo, fue parejito, parejito. El local arrancó envalentonado y en ocho minutos ya ganaba por 8 a 0, gracias a un penal de Juan Cruz Van Gelderen y a un try de Tomás Thomann, que apoyó en la bandera. Pero enseguida la Depo reaccionó: impuso el juego de sus forwards -sobre todo en el scrum y en los rucks- e hizo angosta la cancha, situación que provocó que los ataques del CASI fueran estériles. Además, la visita apostó sus fichas a su pateador, Lucas Buffa, de tan sólo 19 años y dueño de un cañón en su pierna derecha.
El citado diez visitante descontó por medio de un penal y, a partir de ahí, con ambos equipos inmersos en continuos errores propios y desprolijidades, las patadas se convirtieron en las vedettes de la tarde. En total fueron cinco penales en 13 minutos: tres para la Depo y dos para el CASI. ¿El resultado parcial? 14-12 a favor de los de negro y blanco.
En el segundo tiempo, y frente al panorama de paridad y confusión colectiva que había arrojado la primera etapa, el CASI fue inteligente y supo sacarle el jugo a su libreto. Porque con el viento a favor y las piernas cansadas de su rival, entendió que, si bien no lo había podido plasmar en el PT, la llave del éxito estaba ensanchando la cancha. Y así, como un alumno aplicado, y yendo, yendo y yendo, se terminó engendrando la citada ráfaga asesina con la que logró herir de muerte a su rival.
La visita consiguió descontar a los 30 con un try del segunda línea Patricio Ballestero. Pero ya no quedaba tiempo para la heroica. El CASI, con diez minutos furiosos y de alto nivel, ya había hecho méritos suficientes como para adueñarse del partido y seguir caminando por la vereda del sol.
En otro partido de la segunda fecha, Atlético del Rosario venció a Atlético San Andrés por 16 a 10. (fuente: www.espn.com.ar)
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