viernes, 3 de septiembre de 2010
Carolina Prat, una apasionada artista plástica
Terminaba la semana laboral y fuimos al encuentro de Carolina Prat. Y de entrada nos sorprendió con varias de sus pinturas. Coloridas y con sensaciones de libertad. Café de por medio comenzamos a dialogar con Carolina y allí nos contó que había estudiado arquitectura y que es profesora de Historia del Arte. Lejos quedaron aquellos dos años como modelo en gráfica mientras estudiaba en la Universidad. Eso había sido solo un pasaje en su vida laboral y atrás en el tiempo. Hoy día, su mundo es el arte.
¿Cómo te conectaste con la pintura?
Mi primera conexión fue a los 14 años. Comencé en la transición de la primaria a la secundaria donde viví un proceso muy fuerte y que me hacía sentir muy mal. Igualmente creo que más alla de todo, uno nace con el gen. Comencé a pintar en el banco de carpintero de mi padre en Banfield y compré mis primeros lienzos donde pinté el universo. A partir de allí comencé a estudiar. Luego, la terapia me ayudó a descubrir el significado de aquel universo.
¿Tu forma de pintar se corresponde con algún movimiento histórico del arte?
Tengo preferencia por lo abstracto. Si bien hay mucha gente que cree que son sólo manchas, esas manchas dicen y hablan. Y por suerte hay gente con la sensibilidad de interpretar “esas manchas”. Le tengo mucho respeto al abstracto porque creo que habla psicológicamente mucho de esa persona. El figurativo, jamás. Hice curso de todo y el detalle de cada cosa me impacienta. Por otro lado tengo una gran conexión con Grecia, es un viaje pendiente y desde hace tiempo hago cuadros griegos, simulaciones de Grecia. Simulo paisajes griegos con mucha textura y colores. Pintando expreso la libertad mas allá de las estructuras.
¿Qué pintor te ha marcado o fascinado?
Tengo muchos pero Benito Quinquela Martín me encanta. El manejo que hace del óleo es impresionante. Y obviamente que Pablo Picasso cuando utiliza esos ángulos. Es imperdible. Y rescato algo del surrealismo. Por sobre todo me gusta el abstracto y la insinuación.
Casada y con dos hijas, ¿cuando encontrás el tiempo para pintar?
No tengo muchas horas. Soy muy mamá, pero son momentos que surgen. Pinto un rato. Sigo. Y a veces a la noche es cuando pinto más. O bien cuando surge la inspiración. Quiza al regreso del supermercado. (risas)
Pero siempre busco los huecos para poder pintar. Y necesito pintar todos los días.
¿Tenés pensado realizar alguna muestra de tus obras?
Si, tengo dos. Por un lado tengo un desafío por delante. Una muestra de árboles de Navidad elaborados con distintos materiales. Será en noviembre. Y la otra es para la inauguración de la galería Los Caracoles en José Ignacio en Uruguay.
Es evidente que el arte te apasiona. ¿Te gustaría dar clases, enseñar?
Si, hace tres años que doy clases. Primero comencé con chicos. Eran 3 alumnos y ahora son 20. Y hace dos años que doy cursos a adultos. Y encuentro gratificante la relación con los alumnos. Tengo alma de maestra y me gusta mucho cuando gente más grande que uno te agradezca la pasión con que lo haces. Todo surgió por el boca a boca. De esa manera me fueron contactando y también de algunas librerías artísticas.
¿Vendiste obras tuyas?
Si. He vendido algunas sillas pintadas. Y ahora he vendido mi primer cuadro.
¿Qué te genera emocionalmente la venta de una obra tuya?
No me gusta. La extrañas. Luego se siente mucha felicidad. Me enteré que una de mis obras fue a Angola y la otra a Italia. Es muy loco. Cuando lo pintas es muy íntimo y luego pasa a ser de la opinión de todos.
¿Cuánto tiempo te lleva finalizar un cuadro?
Depende. Pero en general en tres días están listos. Le dedicó mucho tiempo.
¿Que te generan los colores?
Creo que los colores sanan el alma. Me parece lo más fascinante. Me gustan los colores fuertes. Estudié los chakras y eso es una forma de sanar. Cuando más color tengo, todo mejor. Creo que cada color identifica a cada parte de nuestro cuerpo.
Seguimos hablando con Carolina. Compartimos algunas teorías y ahondamos en el arte y en la historia. Pasamos por Rembrandt y por varios pintores y artistas de todos los tiempos. Y luego, antes de despedirnos, vinimos hacia San Isidro y le preguntamos que le genera la ciudad.
“Me encanta el casco histórico, suelo sacarle fotos y tengo muchas ganas de pintar esquinas características. Tengo un proyecto en marcha. Además me gusta que San Isidro sea tan abierto, espacioso y lleno de verde”. (Extracto de la entrevista publicada en la revista Postales de San Isidro - Edición Agosto)
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