Había sido el primer presidente democrático tras la bestial dictadura militar que se había apropiado del poder en marzo de 1976.
Desde una fuerte formación democrática y republicana debía enfrentar un proceso de consolidación del sistema en una sociedad altamente autoritaria.
Para ello, había que recuperar el respeto a la verdad, la tolerancia, la solidaridad, la libertad, la justicia, la vida, la república, como principios fundamentales de alcanzar una convivencia democratica solida.
El proceso militar había dinamitado los valores sociales basicos.
Alfonsín llegaba tras una importante trayectoria política de defensa de las instituciones y los derechos humanos. Junto a otros abogados radicales como Hipolito Solari Yrigoyen, defendian a los detenidos.
En plena dictadura funda e integra junto a Simón Lazara, Alfredo Bravo, Graciela Fernandez Meijide entre otros la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos (APDH).
Nunca necesitó marketing para defender los derechos humanos o a los detenidos del proceso, su historia lo mostraba.
Promovió el juzgamiento y mandó a la carcel a los principales responsables de la dictadura militar, pero tambien a los principales dirigentes guerrilleros responsables de actos delictivos.
Para él, la violencia política solo se justificaba como el derecho del pueblo a la opresión. Toda violencia promovida por cualquier tipo de terrorismo en gobiernos democráticos debía ser sancionada con la ley penal.
Tuvo la humildad y la grandeza de reconocer que durante su gobierno hubo cosas que no quiso, no pudo o no supo hacer.
Sentó las bases de la integración latinoamericana, promoviendo la creación del Mercosur y resolviendo los conflictos pendientes con Chile.
Promovió la sanción de una ley de divorcio vincular que permitiese por un lado regularizar situaciones familiares de hecho, por otro, reconocer que las personas se pueden equivocar y volver a empezar.
Fue concejal en Chascomus, legislador provincial, diputado nacional, presidente de la nación, convencional constituyente, senador nacional, entre tantos otros cargos publicos y políticos.
Seguramente se equivocó, como todos, muchas veces. Era solo un hombre que decidió volcar todo su esfuerzo a la política. Fue un hombre honesto intelectual y materialmente.
Decía que su programa de gobierno y acción política estaba resumida en el preámbulo de la Constitución Nacional. Entonces enseñaba que hacía política para “…constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad, para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino…”
Que simple y paralelamente que profundo.
Que importante sería que la ciudadanía argentina en general, pero fundamentalmente los políticos en particular, recuperen estos objetivos sociales y recuerden para qué deben hacer política.
Alfonsín: gracias por tu ejemplo..!!!
Desde una fuerte formación democrática y republicana debía enfrentar un proceso de consolidación del sistema en una sociedad altamente autoritaria.
Para ello, había que recuperar el respeto a la verdad, la tolerancia, la solidaridad, la libertad, la justicia, la vida, la república, como principios fundamentales de alcanzar una convivencia democratica solida.
El proceso militar había dinamitado los valores sociales basicos.
Alfonsín llegaba tras una importante trayectoria política de defensa de las instituciones y los derechos humanos. Junto a otros abogados radicales como Hipolito Solari Yrigoyen, defendian a los detenidos.
En plena dictadura funda e integra junto a Simón Lazara, Alfredo Bravo, Graciela Fernandez Meijide entre otros la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos (APDH).
Nunca necesitó marketing para defender los derechos humanos o a los detenidos del proceso, su historia lo mostraba.
Promovió el juzgamiento y mandó a la carcel a los principales responsables de la dictadura militar, pero tambien a los principales dirigentes guerrilleros responsables de actos delictivos.
Para él, la violencia política solo se justificaba como el derecho del pueblo a la opresión. Toda violencia promovida por cualquier tipo de terrorismo en gobiernos democráticos debía ser sancionada con la ley penal.
Tuvo la humildad y la grandeza de reconocer que durante su gobierno hubo cosas que no quiso, no pudo o no supo hacer.
Sentó las bases de la integración latinoamericana, promoviendo la creación del Mercosur y resolviendo los conflictos pendientes con Chile.
Promovió la sanción de una ley de divorcio vincular que permitiese por un lado regularizar situaciones familiares de hecho, por otro, reconocer que las personas se pueden equivocar y volver a empezar.
Fue concejal en Chascomus, legislador provincial, diputado nacional, presidente de la nación, convencional constituyente, senador nacional, entre tantos otros cargos publicos y políticos.
Seguramente se equivocó, como todos, muchas veces. Era solo un hombre que decidió volcar todo su esfuerzo a la política. Fue un hombre honesto intelectual y materialmente.
Decía que su programa de gobierno y acción política estaba resumida en el preámbulo de la Constitución Nacional. Entonces enseñaba que hacía política para “…constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad, para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino…”
Que simple y paralelamente que profundo.
Que importante sería que la ciudadanía argentina en general, pero fundamentalmente los políticos en particular, recuperen estos objetivos sociales y recuerden para qué deben hacer política.
Alfonsín: gracias por tu ejemplo..!!!